jueves, 28 de mayo de 2009

Santiago menopáusico me reconoce por las calles peladas
teme mis manos frías moviéndose en los bolsillos entre
monedas papeles piedras migas y entonces
me sé peligroso de esta sintomática noctivagancia paranoica
en que las paredes sólo callan callan y callan desde quién sabe qué
alineación de planetas alienados orgullosos de tan perfecto eclipse
sus tumores son temores horrendos como espinilas ciegas
que les impiden imaginarse en el medio de un estacionamiento
o caminando en el medio del campo o el mar o el firmamento
anárquico sin su espíritu ya refugiado en la adictiva gruta
de cenicera carne de cañón.

No hay comentarios: