Santiago menopáusico me reconoce por las calles peladas teme mis manos frías moviéndose en los bolsillos entre monedas papeles piedras migas y entonces me sé peligroso de esta sintomática noctivagancia paranoica en que las paredes sólo callan callan y callan desde quién sabe qué alineación de planetas alienados orgullosos de tan perfecto eclipse sus tumores son temores horrendos como espinilas ciegas que les impiden imaginarse en el medio de un estacionamiento o caminando en el medio del campo o el mar o el firmamento anárquico sin su espíritu ya refugiado en la adictiva gruta de cenicera carne de cañón.
Desperté y habían pasado ya diecisiete noches y dieciseis días. Alguien había desvalijado mi casa completamente. Las paredes estaban rayadas con siglas incoherentes y dibujos obscenos, bajé la escalera y me encontré con que el primer piso había sido incendiado. Entre las cenizas, mi madre, mi abuela y mi bisabuela tomaban té entre los escombros, en completa paz. Sólo mi abuela me miró, sonriente. Salí de la casa y decidí ir a la playa. En vez de eso, en el camino entré a la iglesia que también estaba quemada. Aunque me pareció ver al cristo sonriendo en la cruz, preferiría no asegurarlo. En el altar, un mendigo hacía fumar marihuana a un quiltro. Me senté junto a ellos y conversamos largamente sobre su madre, su abuela y su bisabuela. Me aseguró ser bisnieto de Gabriela Mistral. Se parecían bastante, y tambien el perro; quizás en la forma, quizás en el temor por el prodigio. A menudo me sucede pensar que el parietal izquierdo de mi cerebro está pensando hacia adelante y el derecho hacia atrás, concentrados en distintas cosas. Siento que sólo logro prestarle atención al pensamiento progresivo y que estoy desatendiendo gran parte de la realidad regresiva. De esta forma, intento asir ambas dimensiones y al concentrarme completamente, sólo logro doblarle la mano a mi parietal derecho y hacer que funcione de manera progresiva. Esta vez, sin embargo, sucedió todo lo contrario. Mi parietal izquierdo empezó a retroceder. Al comienzo no veía nada y sentí un fortísimo dolor de cabeza. Es lo que he oído nombrar como interlimbo. Entonces, súbitamente, me encontré tirado en un túnel que luego reconocí como la autopista que va por abajo del río. No había rastros de vehículos. Sólo una pronunciadísima curva que no podía desembocar sino en sí misma, como un río, como el tiempo. Hacia ambos lados la autopista se curvaba de igual forma. Caminé hacia uno de los lados sin ninguna razón en particular. De un momento a otro me di cuenta que me estaba siguiendo la oveja Dolly. Cuando me di vuelta, me miró fijamente a los ojos, mascando hojas de coca, y me dijo ¡beeeeehhhhh! Desde entonces ya temía que mis nietos olvidaron mi futuro. Más adelante una escalera colgaba del techo y se sumergía en la oscuridad absoluta que emanaba desde un agujero en el piso, como el sol, que en su centro atesora su propia sombra. Aunque dicen que para ver este tipo de cosas primero se debe perder la vista y luego recuperarla, tengo la certeza de que mi descripción resultará inteligible para alguien. Para Dolly si lo fue. Decir que bajé y bajé y bajé se hace repetitivo y no resulta exponencial de mi descenso eterno entre una oscuridad tal que me hacía dudar de todos mis otros sentidos. Por un momento dejé de sentir la escalera y me figuré que simplemente estaba cayendo en la nada. No veía nada; intenté poner una mano sobre mi pecho y no palpé nada. No podría haber estado gritando porque el silencio todo lo abrasaba. Ni hablar del oler o degustar algo, facultades que aún no recupero y estoy dudando de haber poseído alguna vez. No hay nada que temer cuando la derrota es perfecta.
Y sin embargo tu superestructura de amor es una construcción que fue, es y será demolida por espectros esqueléticos que aman al amor antes que a la infinita sabiduría mundana
Bajo el dorado estival se refresca tu cabellera Sobre tu cuello cae suave el crepúsculo del otoño Ante la profunda luna ártica tus ojos son interminables y en tus labios amanece el fulgor de la eterna primavera;
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo ddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Asi me pasaría yo el añolllllllllllllllll en un díaoooooooooooo ooooo vvvvvvvvvvvvvvVVVVV
domingo, 10 de mayo de 2009
La pura idea de una mariposa que desciende hasta lo más hurgado, turbulentamente
Dice algo el viejo delirante para significar lo inverso, luego dice nada y jura que está en camino.
Si no existe vía más rápida hacia la naturaleza que el amor ¿Por qué la mirada se me pierde justo en ningún lugar? -Estás comiendo de soledad, mimando de irritable,
Corres por tu justicia como un gato cayendo del tejado Las rocas del fondo no son de nadie, sólo esperan a que ufano de olvido, desee morder tus pupilas,
Te me apareces entre el verbo y el sustantivo ¿Por qué?
Si no tuviera perros mi conciencia no sería una casa, Si no fueras imposible no podría olvidarme de mí.